Un estudio llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington ha encontrado relación entre la composición del microbioma intestinal y el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer en fases presintomáticas. El trabajo, publicado en la revista Science Translational Medicine, señala al microbioma como un potencial indicador para determinar qué pacientes tienen mayor riesgo de desarrollar alzhéimer.
En los últimos años, las enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer se han convertido en uno de los mayores desafíos en el ámbito de la medicina. Esto es debido, en primer lugar, al aumento de las personas que presentan este tipo de enfermedades y, en segundo lugar, a su difícil detección en etapa preclínica. Los resultados del estudio publicado el pasado mes de junio en Science Translational Medicine sugieren que la microbiota intestinal podría ser un factor clave para el diagnóstico temprano de la enfermedad de Alzheimer, incluso antes de los primeros síntomas.
“Para cuando los pacientes presentan los primeros síntomas cognitivos, ya se han producido cambios significativos que, en ocasiones, son irreversibles”, explica el Dr. Beau M. Ances, autor del estudio e investigador en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington. “Pero si pudiéramos diagnosticar a alguien muy pronto en el desarrollo de la enfermedad, sería el momento idóneo para intervenir efectivamente con una terapia”, añade.
Un enlace entre el intestino y el cerebro
El microbioma intestinal, el conjunto de microorganismos que habitan en nuestro intestino, ha sido objeto de un creciente interés científico en los últimos años. Diferentes estudios han demostrado que esta comunidad microbiana puede tener un papel crucial en la regulación de ciertos procesos biológicos, entre ellos, la salud del cerebro. A esta conexión entre el microbioma intestinal y el cerebro se la conoce como “eje intestino-cerebro”.
En este contexto, los investigadores de la Universidad de Washington analizaron muestras de heces, sangre y líquido cefalorraquídeo de 149 individuos voluntarios cognitivamente sanos, 49 de los cuales presentaban marcadores asociados a fases pre-sintomáticas de alzhéimer. Tras el primer análisis, el equipo encontró que los pacientes con signos preclínicos de alzhéimer (acumulación de proteína beta-amiloide y proteína tau) presentan una composición bacteriana significativamente diferente en comparación con los sujetos sanos.
“Todavía no sabemos si es el intestino el que influye en el cerebro o es el cerebro el que influye en el intestino, pero conocer esta asociación es valioso en cualquiera de los casos”, explica el Dr. Gautam Dantas, autor del estudio e investigador en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington. “Podría ser que los cambios en el microbioma intestinal sean solo una respuesta a cambios patológicos en el cerebro. La otra alternativa es que el microbioma intestinal contribuya a la enfermedad de Alzheimer, en cuyo caso, alterar el microbioma intestinal con probióticos o transplantes fecales podría ayudar a cambiar el desarrollo de la enfermedad”, añade.
Los análisis revelaron, además, que los cambios en la composición del microbioma no están relacionados con la neurodegeneración típica del alzhéimer , lo que sugiere que aparecen en etapas tempranas del desarrollo de la enfermedad.
El sistema inmunitario y su relación con el microbioma intestinal, una de las principales hipótesis
Una de las hipótesis que plantean los investigadores respecto a los mecanismos que relacionan el microbioma intestinal con la enfermedad de Alzheimer tiene que ver con el sistema inmunitario. “Las bacterias son unas fábricas químicas impresionantes, y algunos de sus metabolitos afectan a la inflamación en el intestino e incluso pueden introducirse en el corriente sanguíneo, donde pueden influenciar el sistema inmunitario de todo el cuerpo”, explica el Dr. Dantas.
“Todo esto es especulativo en este momento, pero si descubrimos que hay un enlace causal, podremos comenzar a pensar sobre cómo se pueden promover las bacterias “buenas” o cómo deshacerse de las bacterias “malas” podría ralentizar o incluso detener el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer sintomática”, añade Dantas.
Futuras investigaciones
El abordaje de la enfermedad de Alzheimer desde la perspectiva del eje intestino-cerebro representa una prometedora línea de investigación, que podría cambiar el rumbo de la lucha contra esta enfermedad neurodegenerativa. Sin embargo, aún queda mucho por investigar para comprender completamente la complejidad de esta relación y cómo puede aplicarse a la práctica clínica.
El equipo de investigadores de la Universidad de Washington ha comenzado un nuevo estudio, que en esta ocasión durará 5 años, con el objetivo de esclarecer los mecanismos que relacionan el microbioma intestinal con el desarrollo del alzhéimer.